El salto a la política de Milei y la vertiginosa carrera que lo ha llevado en poco tiempo a la presidencia de la República Argentina, lo han convertido en una figura que ha llamado la atención en todo el mundo con independencia de su desempeño anterior como economista.
Por Marc Amorós |
Empecemos por el principio. Un pseudomedio es un sitio de noticias con apariencia de medio de comunicación cuyo objetivo no es informar sino desinformar alimentando narrativas falsas de forma interesada y coordinada con la intención de manipular y capitalizar la conversación social con el fin último de imponer como reales sus falsedades informativas. No sólo en España sino en todo el mundo los pseudomedios han crecido exponencialmente en internet. En abril de 2023 el mapa de medios digitales catalogaba un total de 2.930 medios digitales activos en España. En 2010, la OJD auditaba tan solo 59 medios digitales. El auge de los pseudomedios en España es más que notable y su contaminación informativa es constante e incesante. La realidad evidencia que no todos los nuevos medios digitales han nacido para informar. Muchos de ellos lo han hecho para desinformar. Y su éxito es notorio: el 71% de los ciudadanos españoles afirmaban en 2022 haber consumido información falsa alguna vez y un 40% reconocía haber estado expuestos a noticias falsas o a desinformación a menudo o muy a menudo.
Los pseudomedios no son casos aislados en busca de un éxito financiero individual sino que son poderosas máquinas al servicio de una industria desinformadora. No son versos sueltos. Son unidades supuestamente informativas con una fuerte presencia en el entorno digital que se cohesionan en un engranaje que busca activar, posicionar, ampliar o silenciar corrientes de opinión y pensamiento a través de la difusión de narrativas desinformadoras que responden a unos intereses ideológicos determinados y forman parte de un entramado que recoge y amplifica esta desinformación para darle contenido político a favor o en contra de un gobernante, de un partido o de un colectivo. De esta forma los pseudomedios funcionan como la munición perfecta para librar batallas ideológicas más allá de la arena política.
Comprendamos su anatomía. La desinformación es siempre algo interesado, cosa que significa que cuando existe es porque alguien se lucra con su difusión o porque alguien paga por ello. Un estudio de Global Disinformation Index cifra en 75 millones de dólares al año los ingresos publicitarios de la industria europea de noticias falsas y en 212 millones de dólares los ingresos a nivel mundial. Además de estos ingresos publicitarios, los medios (también los pseudomedios) cuentan con subvenciones institucionales. El Gobierno de España, por ejemplo, tiene un presupuesto anual de 440 millones de euros para publicidad institucional en los medios de comunicación y un estudio de Infoadex cifra en 1.100 millones las subvenciones que reciben de las distintas administraciones públicas.
Eliminar la financiación institucional de la desinformación ayudaría a hacer una distinción clara entre la libertad de expresión y el derecho a la información sobre la que se erige el periodismo y el negocio de la pseudoinformación. También contribuiría a proyectar la idea de que quien financia la difusión de fake news, o las encarga a través de terceros bien sea desde una institución o desde un partido político en la oposición, es también responsable de la desinformación y de sus consecuencias y por tanto la penalización también debería recaer en ellos. En las redes sociales la contratación de anuncios políticos no solo está permitida sino que está exenta de cualquier control de veracidad por parte de las plataformas digitales dueñas de esas redes. Retirar a los actores políticos la posibilidad de pagar por difundir sus mensajes desinformadores sea a través de la compra de anuncios digitales o a través del otorgamiento de subvenciones públicas contribuiría a sanear la información. El periodismo cuando no puede ser independiente se ensombrece y eso aúpa la desinformación al éxito.
Parafraseando a Shakira, los pseudomedios no informan, los pseudomedios fracturan. Y lo hacen porque logran hacerse fuertes en la confrontación y en la mentira con el objetivo de poner en pie de guerra a las noticias alimentando una confusión informativa que emborrona la conversación mediática y social hasta saturarla de ruido y polarización. Esta estrategia desinformadora usa las noticias como armas ideológicas en favor o en contra de unos credos políticos impulsados por partidos que luchan por ser votados.
Si de verdad la apuesta es una lucha abierta contra el pseudoperiodismo sería interesante promover campañas de ética política y compromisos de todas las fuerzas políticas para no servirse de las noticias falsas como arma política. En Uruguay lo han logrado y todos sus partidos han firmado por segunda campaña electoral consecutiva un pacto ético contra el uso de la desinformación. Además una campaña de concienciación ciudadana en favor de la buena información que visibilice el impacto de la desinformación en el funcionamiento de la democracia ayudaría a potenciar el buen periodismo y a recuperar la confianza social que las noticias han ido perdiendo últimamente. Como canta Shakira, con los pseudomedios cambiamos un Rolex por un Casio. El reto, ahora, es lograr que el Rolex del periodismo recupere su valor de origen.
Marc Amorós es periodista y ha sido guionista y director deprogramas de televisión para TVE, Antena 3, La Sexta, movistar + y TV3. Fue el primer autor español en abordar el fenómeno de las noticias falsas. Amorós ha dado numerosas charlas y conferencias sobre noticias falsas en España, México y Uruguay. Ha trabajado en radio en Onda Cero, RAC 1 y colabora en RNE y la Cadena SER, donde reflexiona acerca de este fenómeno.
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